viernes, 26 de octubre de 2007

Un Navegante de paso por la ULEAM



Aún hoy, a quinientos quince años de la gesta con impacto universal del Descubrimiento de América por el Almirante Cristóbal Colón, se sigue discutiendo y analizando la magnitud de su hazaña. Su personalidad e imagen mundialmente reconocidas han trascendido los registros del archivo de las Crónicas de Indias para situarse en el imaginario popular como un mito. Distinguido por unos y disminuido por otros, la historiografía –esa maravillosa ciencia documental que nos invita a aprender viajando imaginariamente en el tiempo- nos demuestra que sus viajes al Nuevo Mundo, marcan el inicio de una vertiginosa etapa histórica de los últimos quinientos años de la humanidad, quizá la más importante y de mayor impacto en la dinamización de las sociedades.

La semana pasada otro Almirante, marcó en lo personal, una nueva gesta en el descubrimiento del conocimiento, factor que dinamiza a las sociedades actuales. Su ingreso, a paso ligero y afable sonrisa, al aula 302 del CEPIRCI ULEAM el pasado Jueves 18, no permitió al inicio, que nosotros, alumnos de la Maestría en Administración de Negocios MBA Mención en Recursos Humanos, simples mortales poco acostumbrados a la presencia de “iluminados del conocimiento”, dimensionáramos la real magnitud de la persona que teníamos adelante impartiendo la clase en el módulo denominado de “Liderazgo”.

Que acierto nuevamente de la ULEAM en la persona de su Rector Dr. Medardo Mora, y del CEPIRCI en la persona de su Director Dr. Jaime Rodríguez, haberse preocupado por dotar a la sociedad Manabita y Ecuatoriana del nivel de excelencia académica con el que nos beneficiamos quienes conscientes de la necesidad de servir mejor a la sociedad estando mejor preparados, acudimos a sus aulas henchidos de fervor académico. Y digo que es un acierto, pues su clara visión les ha llevado a suscribir convenios de asistencia académica con las más prestigiosas universidades de estas latitudes, como el suscrito con las universidades Marítima y del Mar de Chile, claustros de las cuales provienen los profesores que mayoritariamente han impartido conocimientos con contenidos de altísima academia en los diversos postgrados que oferta el CEPIRCI.

Con que inspiradora elocuencia este “Navegante” venido del hermano país de Chile, impartía su cátedra, con que hipnótica atención seguíamos sus enseñanzas, pues este anticipado con visión de futuro había concebido su objetivo con anterioridad, desde cuando ejercía el rectorado de la Universidad Marítima, o quizá antes, desde cuando al comando del submarino “Simpson” regresando de maniobras desde la antártica no dudó a riesgo de su propia carrera, en ayudar a salvar, remolcando en una nave no concebida para ello, al “Buque Gasero Copérnico” que se encontraba al garete en un mar encrespado a la entrada oeste del Estrecho de Magallanes. Sin duda escribiendo lecciones en la bitácora de la vida, para impartirlas después en los diversos factores humanos en los que ha debido influir positivamente, como así ha sido en nosotros su tripulación en esta última travesía del saber.

Imposible olvidar sus frases dichas en el contexto de la materia impartida, frases de tanta actualidad como: “La ética es la brújula para navegar en el mundo empresarial cuando existen nubarrones”; o aquella que es perfectamente aplicable a los tiempos que vivimos los ecuatorianos a propósito de la Asamblea Constituyente que dice: “Las normas que se establecen en el contexto social son el consenso”; o “La libertad es la capacidad que tenemos para dar”; o “Ser mejor persona significa ser mejor ser humano”, o “La persona es un fin en sí misma por lo tanto no es utilizable, lo que la hace respetable”; o aquella que refiriéndose al libre albedrio manifiesta que: “Usted puede decidir quién quiere ser”; o aquella que los políticos y gobernantes deberían aprender que dice: “Hay que servir para ser recompensado, y por ello hay que dar para recibir”; o aquella que nos motiva a generar y perseguir nuestras metas e ideales “Cuando existe un propósito, la vida tiene significado”.

Faltaría tiempo, tinta y papel para enumerar las sabias enseñanzas de un hombre con una grandeza extraordinaria pero con una humildad y sencillez aún mayores con las cuales impartía sus lecciones.
Finalmente llegó el domingo, último día de la maestría, y con el llegaban nuestras normalmente estresantes inquietudes y expectativas, pues es el día de los exámenes de cada módulo recibido, día de presentaciones grupales e intervenciones particulares sometidas al escrutinio del profesor y de los compañeros, por lo general un día que todos buscamos al terminar, salir en desbandada a nuestros hogares; pero este último no ocurrió así, el Aula Magna del CEPIRCI, escenario de las presentaciones del trabajo a evaluar, fue un escenario de reconciliación, del aprendizaje aplicado a la práctica del trabajo en equipo, fue el escenario en que un grupo humano, un factor humano perfectamente identificado con un líder, no quería dejarlo partir, no quería que el mayor referente en las vidas de los allí presentes se marchara, dejando huérfanos a quienes lo habían asimilado y sentido como un verdadero guía, hubo de ser necesario que dulcemente se invitara a los alumnos a reintegrarse a sus casas y a sus familias.

Por eso hoy, porque creo expresar el sentir de todos los compañeros de maestría, queremos desearle “buen viento y buena mar” en su viaje por la vida, distinguido Maestro, Almirante de los mares del universo, Don Juan Carlos Toledo de la Maza, con personas como usted el mundo sería otro.